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Mapa narco: cómo operan las bandas en el país

31/01/2016 | Un diagnóstico de la realidad del tráfico de drogas ilícitas y su espiral violenta en todo el territorio argentino. | La Voz de Interior, ARGENTINA


"Resulta conocido el efecto que tiene el tráfico de drogas sobre el deterioro del espacio público, particularmente en los barrios más vulnerables que es donde el fenómeno, cuando se presenta, tiende a asumir características distintivas. Entre las consecuencias que se observan se encuentran el incremento de los hechos de violencia y del sentimiento de inseguridad, la mayor exposición por parte de la población a adicciones".

La introducción del último informe del Barómetro del Narcotráfico y las Adicciones en la Argentina, publicado en 2015, y en el que se advierte sobre el ­aumento del tráfico de drogas ilegales en los barrios, da una descripción precisa sobre el rostro más conocido del flagelo narco en el país.

 

 

Detrás de esta presencia cada vez más extendida, no sólo de Córdoba sino en el resto de las grandes urbes, según reconocen ahora las diferentes autoridades nacionales y provinciales, existe un trasfondo en el que convergen factores que pocas veces salen a la luz.

El drama narco lejos está de ser solamente un problema de aquellos sectores en los que la violencia explota cada vez más seguido.

"El narcotráfico es una actividad industrial, comercial y financiera que tiene altísimos beneficios económicos. Y que tiene una versatilidad que desde el Estado no tenemos", se sinceró días atrás el titular de la Procuraduría de Narcocriminalidad (Procunar), Diego Iglesias, en una entrevista con el diario  La Nación .

"Por eso –explicó– apuntamos a neutralizar la capacidad de acción de las bandas que más daño producen".

 

Diagnóstico

Ante este primer diagnóstico, ¿cuál es el real problema narco que existe en Argentina?

Para empezar a responder esta pregunta, La Voz del Interior elaboró un mapa nacional sobre las distintas características que muestra el fenómeno en las provincias.

Se trazó a través fuentes judiciales y de distintas fuerzas de seguridad, investigadores, artículos de especialistas y periodísticos.

Entre otros puntos, se analizó el nivel de organización que tienen las bandas narcos que operan en cada territorio, la violencia derivada de esta actividad ilegal (y que tiene su origen en la clandestinidad –nadie denunciará un robo de droga, sino que irá a tomar represalias por su cuenta–), la sofisticación de las "cocinas" de droga, la capacidad de corromper a los investigadores, el tipo de drogas más usuales, el lavado de dinero y el mercado de precursores químicos.

La descripción que aquí se desarrolla está ordenada de norte a sur.

 

Noroeste (Salta, Jujuy y ­Tucumán). Salta y Jujuy presentan situaciones alarmantes de microtráfico, ya que se trata del paso obligado de la pasta base o la cocaína producida en Bolivia.

Argentina, conviene aclararlo, no es productor de la hoja de coca ni de la marihuana, por lo que el tráfico necesariamente es transnacional.

De acuerdo a la referencia de especialistas, en el noroeste el comercio ilegal de drogas es realizado generalmente por "clanes familiares". Diferentes bandas que tienen un amplio conocimiento y dominio del territorio, y que en los últimos tiempos lograron infiltrar fuerzas de seguridad e incluso al Poder Judicial. Desde fines del año pasado se investiga una supuesta complicidad del Juzgado Federal de Orán.

Al mismo tiempo, no se advierten niveles alarmantes de vio­lencia.

Pese a que operan lejos del alcance judicial, los narcos locales "son fácilmente identificables por el crecimiento económico-financiero que adquieren en períodos rela­tivamente cortos, destacándose de manera sencilla porque habitualmente residen en ciudades pequeñas", describe un ­especialista de Gendarmería ­nacional.

En estas provincias, las ­"cocinas" de cocaína funcionan tanto en ambientes urbanos como rurales. Como se trata de ­zonas en las que no hay industrias químicas desarrolladas, se buscan los precursores químicos en otros centros urbanos del país, lo que los obliga a tener una lo­gística especial para su tráfico por ruta.

Entre otros rasgos interesantes, se destaca que las bandas emplean mecánicos y chapistas, que son quienes "envainan" los automóviles para transportar los cargamentos hacia el resto del país.

 

Nordeste (Formosa, Chaco, Corrientes y Misiones). En este caso, el problema es otra frontera: Paraguay, productor de marihuana en gran escala. Esta es, lejos, la droga que más se encuentra en estas provincias.

Las organizaciones locales presentan características transnacionales porque generalmente se encuentran integradas por delincuentes argentinos, paraguayos y brasileños.

Pero no siempre están dedicadas de manera íntegra al narcotráfico, ya que suelen alternar con otras actividades criminales, como el contrabando de mercaderías, armas y automotores, trata de personas y robos.

Aunque la cocaína casi ni aparece en las investigaciones (tampoco "cocinas"), hubo un caso emblemático en estas tierras.

Se trata de la operación "Carbón Blanco", investigación que se inició en 2012, cuando se descubrió que una organización con ramificaciones en Rosario y Chaco traficaba más de mil kilos de cocaína a Europa, camuflando la droga en bolsas de carbón vegetal de una empresa con sede en Quitilipi, Chaco.

En la causa se descubrió que la banda montó 50 empresas en diferentes provincias del país, y que utilizaba como "pantallas" clubes de fútbol, inmobiliarias y hasta una productora de cine.

Es, hasta ahora, la mayor investigación por lavado de dinero producto del crimen organizado que se haya desarrollado en el país.

"Todas las rutas narco están interconectadas. Hoy un tra­ficante de Clorinda (Formosa), en la frontera con Paraguay, tiene relación con narcos de Buenos Aires, con la frontera con Brasil en Paso de los Libres (Corrientes) y con la frontera chilena en Mendoza", aseguró tiempo atrás la jueza federal de Roque Sáenz Peña, Zunilda Niremperger, quien investigó "Carbón Blanco".

Tampoco hay un nivel de violencia elevado, aunque cada tanto aparecen cadáveres en el río, muertes que serían producto de ajustes de cuentas entre bandas. También se advierte corrupción en las fuerzas de seguridad y en los organismos judiciales.

 

Cuyo y Centro

Mendoza. Pese a ser considerado un lugar de "tránsito", por su cercanía con Chile, en los últimos años se asentó como una plaza de consumo de marihuana y de cocaína.

Por lo general, detrás de este comercio ilegal aparecen "clanes familiares", lo que revela una organización intermedia en lo que se refiere a la conformación de las bandas delictivas.

También proliferan los "quioscos", explotados por lo general por familias humildes: el narco como "economía de subsistencia". Este incremento del narcomenudeo trajo aparejado mayores niveles de violencia urbana.

Según el exsecretario de Seguridad, Sergio Berni, "Mendoza se transformó en la puerta de salida (hacia Chile) del narcotráfico".

 

Córdoba. Es un nudo clave de las rutas de todo el país, por lo que pasan grandes cantidades de droga (marihuana y cocaína), de las que sólo una parte queda en la provincia.

Tiene un descontrol importante en cuanto a la industria química, clave para la producción de cocaína, según se advierte ante la proliferación de "cocinas".

La mayoría son rudimentarias y el negocio parece estar en manos de "clanes familiares" y micro organizaciones.

En los últimos años se asentó la tendencia de una mayor violencia urbana asociada a la droga.

Además de los asesinatos, también se extendieron los "narcosecuestros", casos que dejan en evidencia la instauración de una "parasociedad" con reglas propias, según alertó en 2015 la jueza provincial María de los Ángeles Palacio de Arato.

El Gobierno provincial acaba de reconocer que hay sectores en los que el narco tiene más ascendencia que las instituciones oficiales. Según el Observatorio de Seguridad Ciudadana, hay 63 barrios de la ciudad atravesados por distintas etapas del narcotráfico.

Un jefe antidrogas y cinco agentes están procesados por la Justicia federal desde 2013. Meses después, el Gobierno provincial creó una nueva fuerza antidrogas que ya no depende de la Policía, sino del Ministerio Público Fiscal.

No existe una persecución legal importante contra el lavado de dinero proveniente del crimen organizado, según surge de la nula existencia de fallos judiciales en los últimos años.

 

Rosario y Santa Fe. Son las dos ciudades argentinas con mayor tasa de homicidios. Gran parte de estos crímenes aparece vinculada con la violencia del narcotráfico.

La salida de cocaína a través del puerto de Rosario es una de las claves.

Se advierte una alta corrupción policial y hay miembros del Poder Judicial sospechados de vínculos con los traficantes.

El exjefe de la Policía de Santa Fe, Hugo Tognoli, fue condenado por encubrir a narcos.

En octubre de 2013, delincuen­tes dispararon 14 balas calibre 45 contra la vivienda particular del entonces gobernador, Antonio Bonfatti.

La organización "los Monos" es sindicada como una de las más virulentas, pero no es la única. Por lo general, se trata de bandas organizadas sobre la base de vínculos familiares.

Existe un importante lavado de dinero proveniente del crimen organizado, pocas veces perseguido: se estima que los narcos generan entre 1.500 y 2.000 millones de pesos por año, según informes policiales y ­judiciales.

 

Ciudad Autónoma de Buenos Aires. La producción y dis­tribución de drogas está liderada por narcos argentinos, peruanos y paraguayos. El peruano Marcos Antonio Estrada González, alias "Marcos", hoy con prisión condicional en un ­ country , es uno de los capos más conocidos.

Hay "cocinas" sencillas en los asentamientos manejados por estos grupos.

La pasta base es ingresada al país desde Bolivia y Perú. Además de la cocaína y la marihuana, existe un problema importante con la venta de "paco", droga obtenida a partir de los desechos de la producción de ­cocaína.

De acuerdo a las investigaciones judiciales, estas bandas suelen acopiar importantes cantidades de droga para transportarlas hacia otros lugares, como la zona balnearia de Buenos Aires, Mendoza y Chile.

Los niveles de violencia derivados de este negocio clandestino son elevados.

 

Conurbano bonaerense. Presenta una situación similar a la ciudad de Buenos Aires, pero a mayor escala.

El negocio ilegal es manejado por reconocidos delincuentes, a los que se sospecha vinculados con sectores del poder y de la Policía. Estas bandas contratan a "especialistas" extranjeros para la elaboración de cocaína y drogas de diseño, las que son pro­ducidas en laboratorios que se instalan en casas-quintas alquiladas por poco tiempo por los narcos locales.

"Es habitual encontrar en esos lugares, luego de que los ‘inquilinos’ se retiran, elementos como máscaras, guantes, garrafas, mecheros, trajes es­peciales, etcétera, que ponen en evidencia que allí funcionó un laboratorio de drogas", relató uno de los informantes con­sultados.

También se utilizan "cocinas móviles", montadas en viejos vehículos que no llaman la atención de los controles policiales.

 

Sur argentino. El juez federal de Comodoro Rivadavia, Enrique Guanziroli, subrayó en un fallo que el narcotráfico en la Patagonia va en continuo aumento. Denunció que había "muchísima improvisación y políticas totalmente inconexas" para contrarrestar este fla­gelo.

No obstante, no se advierte una problemática severa en lo que respecta a "cocinas" o bandas organizadas. Con la excepción de "Manzanas Blancas", el mayor caso de narcotráfico del país: a mediados de 2010 se encontraron en el puerto de Buenos Aires 1.625 kilos de cocaína escondidos en cajones de manzanas que eran acondicionados en un galpón de la localidad de Allen, en la provincia de Río Negro.

 

FUENTE: La Voz de Interior, ARGENTINA